Por: M.Sc. Emilia Fallas
Lingüista/asesora editorial
editoresmaya@gmail.com
La primera buena práctica y enfoque de todo escritor debe consistir en la comprensión cabal de que su quehacer es, indiscutiblemente, un acto comunicativo. Esto significa que hay un acto intencionado y consciente del autor al publicar un texto, y su interés será transmitir lo escrito a otras personas (lectores).
La dirección editorial de un libro o documento contempla,así, el apoyo al escritor, no solo para cuidar minuciosamente los detalles de forma, coherencia y cohesión textual, sino también identifica si el discurso del texto y la forma de escritura lograrán llegar realmente a los lectores: si el texto será comprendido por un sector de receptores limitado o más amplio; esto con el fin de redirigir el discurso; o sea, de hacer una mediación del texto.
Un ejemplo de una edición simple, sin mediación y dirección editorial sería la publicación de un libro técnico (de derecho, medicina o ingeniería, entre otros). Usualmente textos como estos son escritos desde la perspectiva únicamente técnica de y para un sector muy restringido de lectores del gremio; sin embargo, es posible que esa misma información podría ser útil, aplicable e incluso necesaria para otro sector; sean estas as organizaciones públicas o privadas, otros profesionales que no son del campo, pero que sí están vinculados con el tema en proyectos y trabajos interdisciplinarios; incluso puede ser útil a sectores de población (en forma directa o indirecta): organizaciones comunales, gremiales o la población general vinculada de alguna manera con el tema.
La mediación de un texto técnico, académico o administrativo, entonces tiene la intención de
- hacer un texto comprensible para una población lectora más amplia y diversa;
- sistematizar los contenidos del texto que sean relevantes, necesarios y aplicables a un sector más heterogéneo;
- organizar las ideas de manera para una lectura más sencilla; y, aunque fuera solo para un sector más técnico o restringido, no por estar dirigido a un sector especializado, habría que complicarle la lectura al lector. La organización textual indica la calidad del texto y la misma organización que el autor tiene de las ideas.
Un texto siempre requiere mediación; sea esta de índole
- pedagógica: para formación/aprendizaje de los lectores;
- editorial: para la organización del texto; y por tanto, se logrará una mejor recepción y comprensión.
Con la mediación, entonces, es posible acercar el discurso a las necesidades de los lectores: es posible cambiar la complejidad de un texto técnico, académico o administrativo en un texto simple y compresible para todos; o bien lo contrario: dentro de la misma complejidad de un texto ordenar la información de manera que logre su cometido: transmitir clara y puntualmente el contenido y objetivos para lo que, en principio, se elaboró el texto.
Los mapas conceptuales, imágenes, cuadros, figuras, entre otros elementos gráficos, también pueden ser incorporados en un texto como una herramienta de mediación; siempre que la información sea coherente y bien organizada respecto al texto. Estos elementos gráficos son muy útiles para textos dirigidos a usuarios o clientes de una organización; o bien, para textos reproducción masiva (a población general o comunitaria).